viernes, 27 de junio de 2014

El surrealismo de la quimiofobia

Bienvenidos de nuevo al blog, después de más de 2 meses de ausencia debido a los que-haceres típicos de un final de curso, como exámenes y trabajos. Espero que esta entrada haga que la espera mereciese la pena todo este tiempo de espera.

Hoy voy a hablar de un problema que hay en la sociedad actual promovido por campañas de publicidad que es la quimiofobia. Y con quimiofobia no me refiero al miedo a la carrera de mi amigo Martín, el cual está más que demostrado que es completamente real jeje. Este concepto hace referencia a la creencia de que los alimentos "sin colorantes y conservantes" son más saludables que los que no lo son, o que da a entender que los alimentos que tienen estos componentes químicos son perjudiciales para la salud.

Últimamente muchas empresas de alimentación se han subido al carro de la quimiofobia en su publicidad, a todos nos suenan productos "100% natural" o "sin aditivos" o "sin porquerías"... Creo que ya tenéis en la cabeza el mismo anuncio que yo:

Además utilizan en su publicidad al supuesto "científico" Punset, un gran divulgador pero 
que en realidad es economista.



Esto nos hace plantearnos una pregunta: ¿Qué es un alimento natural 100%? Al hacernos una pregunta solemos pensar en un ejemplo de algo que no lo es y comparar las características para diferenciarlos, por tanto pensemos: ¿Qué es un alimento artificial? Según la RAE algo artificial es algo "hecho por mano o arte del hombre" y como no creo que sus ingredientes se hayan juntado todos en un punto concreto movidos por el viento y fuesen horneados por la luz solar, podemos decir que este pan es un alimento artificial. Pero esto define a la gran mayoría de los alimentos que consumimos, por tanto vamos a ser menos estrictos, vamos a dar por válida su justificación de por qué es un producto natural:

"100% natural porque todos sus ingredientes son naturales"

Aquí encontramos un problema de base, y es que aunque los ingredientes originales sí son naturales, los finales, los productos del horneado son compuestos diferentes. Es decir, que se han modificado los componentes, por tanto podemos decir que no es más natural que cualquier otro pan, pero eso sí, no lleva aditivos.

Pero... ¿Son los aditivos realmente perjudiciales para la salud? No está demostrado que lo sean, o mas bien: está demostrado que los alimentos con aditivos no tienen un efecto más perjudicial que aquellos que no tienen, ya que han pasado todos los controles sanitarios necesarios para salir al mercado. Por eso en otros países está prohibido el uso de la etiqueta "sin conservantes ni colorantes" porque da a entender, erróneamente, que si los llevasen serían perjudiciales.

Es más, los conservantes, colorantes, edulcorantes... ni siquiera son productos químicos fabricados en un laboratorio para cumplir esa función, la cumplen en la naturaleza, muchos de ellos se encuentran en frutas, vegetales, huevos...

Químicos naturales (¿Los hay de otro tipo?) en un plátano recién sacado del árbol.

Pero la quimiofobia está ganando la partida, los consumidores no solo creen que son mejores para la salud, sino que están dispuestos a pagar más por ellos, en 2012 y en plena crisis el 51% de los españoles prefería pagar más por un producto que no está demostrado que sea mejor, y el 35% anteponía los alimentos con ingredientes "más naturales".

Desde luego que las empresas tienen esto en cuenta y ante la posibilidad de cobrar a la gente más por menos no se iban a quedar de brazos cruzados, por eso abundan este tipo de productos; lo gente tiene lo que quiere, productos supuestamente más naturales y las empresas también, venta de productos a mayor precio.

Pero recordemos que hay que pasar unos controles, y para pasarlos los alimentos deben reunir unas características y esas características se las otorgan los conservantes. ¿Qué hacer ante esto? Porque claro, no te puedes quedar fuera del juego que antes planteé. Muy fácil, aprovechar que la gente lee los ingredientes en busca de conservantes y aditivos para descartar el producto, pero esa gente no tiene conocimientos muy amplios en ese campo.

Los ingredientes para esto sí son naturales: Mucha malicia y ganas de engañar. Evidentemente vender un producto con conservantes como algo natural no es ilegal porque es verdad, por tanto solo queda ocultar que ese producto tiene conservantes. Si os digo conservantes, ¿Qué se os viene a la mente? E-324. E-523, E-... ¿Verdad?

Ni rastro de conservantes o colorantes... ¿O sí?...

Efectivamente, que astutos, ponen el nombre completo en lugar del número E, porque si no lo sabéis el bicarbonato de sodio es el E-500, el bicarbonato de amonio el E-503 y el fosfato monosódico el E-339.

Pero esto no es el culmen de la quimiofobia, puede que os llegase un rumor de que la coca-cola era potencialmente cancerígena y que en Estados Unidos estuvo a punto de prohibirse, y esto es anterior a los despidos del Colloto por lo tanto no es una campaña de desprestigio por ello.

Ahora vamos a llegar a rozar el surrealismo. Sucedió hace algo más de 3 años en California, que era gobernada por un actor de cine. La FDA (Food and Drug Administration del gobierno estadounidense) había realizado un estudio en ratas con un compuesto que era un caramelizante presente en la coca-cola, el 4-metilimidazol.

Pongamosle cara al sujeto en cuestión.

En esos estudios trataron ratas con este compuesto durante 2 años con dosis de 0, 40, 80 y 170 mg. por kg de peso al día. Al cabo de ese tiempo se veía si habían contraído problemas en pulmones, corazón, tiroides y páncreas. Evidentemente, ante tal cantidad diaria de este compuesto, una parte de la población contrajo problemas.

¿Qué sucedió entonces? El gobierno de California tomó este trabajo como referencia y entendió que esta sustancia era cancerígena, por tanto obligó a coca-cola a que si seguía usando esa sustancia debía poner en la etiqueta que su producto podría ser potencialmente cancerígeno. En esa demanda podemos ver los resultados del famoso trabajo en las páginas 4 y 5.

La campaña quimiofóbica fue de bastante mal gusto.

¿Qué pasa aquí? Pues que han sobredimensionado el efecto maligno de esta sustancia. Tomando como referencia la cantidad más baja que suministraron a las ratas en el trabajo de 40 mg por kg al día, hacemos cuentas sencillas y nos da que para que tenga un mínimo efecto maligno, una persona de 70 Kg debería consumir unos 2800 mg de este compuesto al día.

 Una lata contiene 130 microgramos del compuesto, luego para llegar a esa cantidad de 4-metilimidazol se debería beber unas 21.500 latas al día, a 33 cl por lata son unos 7.100 litros de coca-cola al día. Juzgad vosotros mismos, pero yo no doy bebidos ni los 2 litros de líquido al día que se supone que es lo saludable.

De todos modos dejad la coca-cola y probad la deliciosa Euskal Herriko-kola,
más que un refresco.

Como conclusión solo decir que a cada uno le gustará una cosa, no es falso que puedan tener unas propiedades organolépticas diferentes unos productos con y sin aditivos, pero lo que es cierto es que no son unos más saludables que otros, no os dejéis engañar por la publicidad.

Químicos artificiales? Y un huevo!



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